Malas noticias en una de las potencias más importantes de la UE. Francia atraviesa una profunda crisis política que se ha cobrado la destitución del primer ministro Michel Barnier tras una moción de censura en la Asamblea Nacional. Este suceso, inédito desde 1962, agrava la inestabilidad gubernamental y plantea serios desafíos para el presidente Emmanuel Macron.
Una crisis política con cierto recorrido
En junio de 2024, el presidente Macron disolvió la Asamblea Nacional y convocó elecciones anticipadas, buscando fortalecer su posición tras los pobres resultados en las elecciones europeas. Sin embargo, los comicios resultaron en un parlamento fragmentado: la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP) obtuvo 193 escaños, el partido presidencial Renacimiento (RE) 166, y la extrema derecha de Agrupación Nacional (RN) 142. Esta configuración dificultó la formación de un gobierno estable.
Tras semanas de negociaciones, en septiembre, Macron nombró a Michel Barnier como primer ministro, con la esperanza de que su perfil conciliador facilitara acuerdos. No obstante, Barnier enfrentó obstáculos significativos para aprobar el presupuesto de 2025, esencial para reducir el déficit público y cumplir con las exigencias de la Unión Europea. Ante la falta de apoyo parlamentario, recurrió al artículo 49.3 de la Constitución, que permite la aprobación de leyes sin votación, una medida que generó descontento en la oposición.
La moción de censura y sus implicaciones
Ayer, la Asamblea Nacional aprobó una moción de censura contra el gobierno de Barnier, con 331 votos a favor, superando los 288 necesarios. Esta moción fue respaldada tanto por la izquierda como por la extrema derecha, uniendo fuerzas para destituir al primer ministro. Marine Le Pen, criticó la continuidad de las políticas de Macron bajo el gobierno de Barnier, mientras que la izquierda expresó su rechazo a las medidas presupuestarias propuestas.
La destitución de Barnier deja a Francia en una situación de incertidumbre política y económica. Sin un primer ministro en funciones y con un presupuesto sin aprobar, el país enfrenta posibles aumentos en la prima de riesgo y una disminución de la confianza de los inversores. Además, la inestabilidad podría afectar el apoyo de Francia a iniciativas europeas y su posición en la escena internacional.
Un nuevo desafío para Macron
El presidente Macron se enfrenta ahora al desafío de nombrar un nuevo primer ministro capaz de obtener el respaldo de un parlamento polarizado. Entre los posibles candidatos se mencionan a Sébastian Lecornu y François Bayrou, aunque cualquier nombramiento requerirá delicadas negociaciones para asegurar una mayoría parlamentaria.
La crisis también ha reavivado debates sobre la posibilidad de una «cohabitación» con la izquierda o incluso la convocatoria de nuevas elecciones legislativas, aunque estas no pueden realizarse hasta 2025 según la Constitución. Mientras tanto, la oposición, especialmente La Francia Insumisa, ha intensificado las demandas de dimisión de Macron, acusándolo de ser el principal responsable de la crisis actual.