El primer ministro surcoreano dio ayer un auto golpe de Estado. Su intentona ha fallado, agravando la crisis política nacional.

Golpe de Estado fallido en Corea del Sur

Ayer, Corea del Sur experimentó una crisis política significativa cuando el presidente Yoon Suk-yeol declaró la ley marcial en un discurso televisado nocturno. Yoon acusó a la oposición de actividades «antiestatales» y de colaborar con Corea del Norte, justificando así la imposición de la ley marcial, que restringía actividades políticas y la libertad de prensa.

La reacción al Golpe de Estado de Yoon

La medida generó una respuesta inmediata tanto de la oposición como de la ciudadanía. Miembros de la Asamblea Nacional, incluyendo políticos de la oposición, se congregaron en el Parlamento para desafiar la orden. A pesar de los intentos de las fuerzas militares de bloquear el acceso, los legisladores lograron ingresar y aprobar una moción que anulaba la ley marcial. Este acto de resistencia fue respaldado por manifestaciones ciudadanas en las calles de Seúl.

La declaración de la ley marcial también tuvo repercusiones en el ámbito económico. La Bolsa de Seúl experimentó una caída significativa, con el índice Kospi descendiendo un 1,4%. Acciones vinculadas a la oposición aumentaron hasta un 30%, mientras que las relacionadas con la agenda gubernamental disminuyeron notablemente. La moneda local, el won, se apreció un 1,6% tras las promesas gubernamentales de estabilizar los mercados.

Un autogolpe fracasado

En el ámbito político, la oposición presentó una moción de destitución contra el presidente Yoon, argumentando que su acción violó la Constitución. Aunque el Partido del Poder Popular (PPP) de Yoon criticó la declaración de la ley marcial, anunció que rechazaría la moción de destitución. Sin embargo, el ministro de Defensa, Kim Yong-hyun, presentó su dimisión y se disculpó por la implementación de la ley marcial.

Este intento de consolidación de poder por parte del presidente Yoon ha sido calificado por analistas como un «autogolpe» fallido. La rápida reacción del Parlamento y la resistencia ciudadana fueron fundamentales para restaurar el orden democrático en el país.

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