Macron nombra al centrista Bayrou como primer ministro de Francia para intentar calmar las aguas y poner fin a la crisis política.

Macron mueve ficha: Bayrou, nuevo primer ministro

Macron nombra al centrista Bayrou como primer ministro de Francia para intentar calmar las aguas y poner fin a la crisis política.

Crisis política en Francia

Francia atraviesa una profunda crisis política tras la reciente moción de censura que destituyó al primer ministro Michel Barnier, quien ocupó el cargo durante solo tres meses. La moción, apoyada por una inusual alianza entre la izquierda del Nuevo Frente Popular (NFP) y la ultraderecha del Reagrupamiento Nacional (RN), se produjo después de que Barnier utilizara el controvertido artículo 49.3 de la Constitución para aprobar el presupuesto de la Seguridad Social sin votación parlamentaria.

Macron mueve ficha e impone a Bayrou como primer ministro

En respuesta a esta situación, el presidente Emmanuel Macron nombró a François Bayrou, líder del partido centrista Movimiento Democrático (MoDem), como nuevo primer ministro. Bayrou, de 73 años, es un veterano político conocido por su capacidad para mediar entre diferentes facciones políticas.

Sin embargo, la oposición ha recibido su nombramiento con gran escepticismo. La Francia Insumisa (LFI) anunció una moción de censura minutos después de su designación. Al otro lado, RN, liderado por Marine Le Pen, ha instado a Bayrou a escuchar a la oposición para formular un presupuesto más razonable.

La polarización azota el Hexágono

La fragmentación del Parlamento francés, dividido en tres bloques casi iguales, complica la formación de una mayoría estable. Bayrou enfrenta el desafío de aprobar el presupuesto para 2025 y evitar una nueva moción de censura, todo ello en un clima de creciente descontento social y presión de las fuerzas políticas extremas que buscan adelantar las elecciones presidenciales.

Esta crisis ha debilitado la posición de Macron, quien ahora depende de la habilidad de Bayrou para negociar y construir consensos en un entorno político altamente polarizado. La situación económica, con un déficit creciente, añade una capa adicional de complejidad. Y es que Francia ha perdido peso en Bruselas y corre el riesgo de una explosión de la deuda a largo plazo.

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