La gestión pasiva y a la activa no son lo mismo, pero ambas tienen sus pros y sus contras. Los inversores activos tienen que gestionar un fondo o una cuenta, mientras que el dinero invertido de forma pasiva sigue los principales índices, como el S&P 500 u otra selección preestablecida de valores.
El debate sobre la inversión activa frente a la pasiva lleva ya algunos años en el sector de la gestión de activos. Además, este debate ha crecido gracias a los ETF -que en su mayoría son de gestión pasiva- y a cómo han aumentado su popularidad como resultado de su facilidad de uso y sus altos índices de liquidez. No es un error invertir a través de un ETF si también se invierte a través de fondos con inversiones activas o incluso alternativas como los fondos de cobertura o el capital privado; ¡todo depende de cuáles sean tus preferencias personales!
Vamos a ver las diferencias.
¿Qué es la gestión activa?
La inversión activa requiere un enfoque práctico por parte del gestor de la cartera para tomar decisiones sobre dónde debe invertirse el dinero. El objetivo es superar los resultados de índices como el IBEX35 o cualquier otro índice que utilice ese fondo. Los gestores eligen un tipo de índice que tenga inversiones similares y luego utilizan su experiencia y conocimiento de la economía, la política, etc… Para decidir qué acciones son necesarias para esos activos. Algunos ejemplos son los fondos de cobertura gestionados por los inversores a través de cuentas de brokers en línea o las carteras de acciones gestionadas activamente por los inversores .
Las cuentas de inversión activa permiten una mayor personalización, tienen la capacidad de salir de los valores o sectores que no están rindiendo bien y pueden ayudar a los inversores a superar los resultados del mercado mediante la selección de valores.
El principal inconveniente es que por lo general, son más caras que las de gestión pasiva.
¿Qué es la gestión pasiva?
La inversión pasiva es una inversión a largo plazo con pocas compras y ventas. Se centra en la estrategia de comprar y mantener, aunque dicha estrategia también puede seguirse con la inversión activa. Las inversiones pasivas suelen seguir el índice. Esto significa que cuando una acción se añade o se retira del fondo del índice la compra o la vende automáticamente.
Las inversiones pasivas no superan las tendencias del mercado, sino que actúan en consonancia con ellas. En este sentido, cuando las acciones de los seguidores de un fondo índice tienen años difíciles, sus carteras también lo son (lo mismo).
Este tipo de cuentas de inversión son más baratas que las de inversión activa, ya que tienen comisiones más bajas y el grado de personalización en prácticamente nulo. También ofrecen transparencia: siempre está claro qué acciones posee el fondo, ya que sigue un índice o un grupo preseleccionado de acciones.
Además por lo general soportan menos impuestos sobre las ganancias de capital significa menos impuestos a corto plazo; sin embargo, esto viene acompañado de una menor flexibilidad en las inversiones cuando se limita a ciertos índices y selecciones preestablecidas sin variación.
Como inconveniente es importante destacar que, en términos generales, los fondos pasivos no superan a los principales índices bursátiles porque los siguen de cerca.
Entonces, ¿cuál debería elegir yo?
La inversión pasiva puede ser mejor para el inversor medio o para aquellos que desean ahorrar dinero en comisiones y no quieren tomar decisiones sobre las acciones que compran. La mayoría de los estudios realizados durante décadas han demostrado que, a largo plazo, la inversión pasiva supera a la activa.
Sin embargo, durante un mercado bajista es posible que prefieras invertir de forma activa. Un gestor activo no tiene por qué ceñirse a un único conjunto de valores de un índice concreto; en cambio, siempre habrá algunos focos en los que los fondos obtengan un rendimiento superior en varias partes del mercado y los seguidores de índices están obligados por ley o por normas específicas a tener en cuenta únicamente determinados sectores.